jueves, 21 de agosto de 2014

"Da al tonto mil inteligencias y sólo querrá la suya", dice un proverbio árabe

Comenzamos a plantar el jardín de nuestra vida y, cuando miramos al lado, reparamos en que el vecino está ahí,espiando. Él es incapaz de hacer nada, pero le gusta ofrecer ocurrencias disparatadas sobre cómo sembramos nuestras acciones, plantamos nuestros pensamientos, regamos nuestras conquistas.
Si prestamos atención a lo que él dice, acabamos trabajando para él y el jardín de nuestra vida será idea del vecino.Acabaremos olvidando la tierra cultivada con tanto sudor, fertilizada por tantas bendiciones. Olvidaremos que cada centímetro de tierra tiene sus misterios y sólo la paciente mano del jardinero puede descifrarlos. No vamos a prestar atención al sol, a la lluvia y a las estaciones... para centrarnos sólo en esa cabeza que nos espía por encima de la cerca. 
El tonto al que encanta ofrecernos opiniones disparatadas sobre nuestro jardín nunca cuida sus plantas.
-Paulo Coelho.


Sentía la necesidad de añadir este pequeño relato de Como el río que fluye, un libro de Paulo Coelho que voy leyendo de vez en cuando, cuando el esófago así lo reclama. Y tenía que hacerlo porque, aunque no lo sabéis, estos días (y noches) llevo escribiendo varias entradas que han ido a parar a la bandeja de borradores, porque ni me gusta escribir como un diario raro ni es demasiado incomprensible como para dejar que alguien más lo lea.
A lo que voy, es que este relato se asemeja mucho a lo que pasa por mi cabeza últimamente, y no me parecía sano no compartirlo de algún modo.

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