martes, 14 de julio de 2015

Unravel

¿Hay alguien dentro de mí?
Debo de estar loca.
Puedes reirte, yo no puedo verte.

Este mundo está distorsionado. Los pliegues se entrelazan unos entre otros en una red caótica e indefinida donde los colores se mezclan con las formas, aquí, allí, en todas partes. Fluctuaciones de caminos inacabados sobre laderas sin volumen. Es un mapa sin carreteras, un panorama confuso que impacta repetidamente en mi respiración, incluso llega a congelarla con cada golpe de vaho.
Debo de haberme vuelto loca al fin. En ese mundo ya me siento muerta antes de haber salido de él.

Destruye, no destruyas.
Enloquece, no enloquezcas.
Tranquila, ubicate, calmate.

Por un momento todo se detiene. Se dibujan los contornos en el entorno, se definen las líneas que rotaban alrededor, hay horizonte.
Solo puedo quedarme parada. Hay tantas cosas que no puedo si quiera verlas. Inmensidad de pliegues, recovecos a los que la vista no alcanza, cientos de hilos que se pierden en la lejanía.
Inmensidad desoladora que cautiva mi cuerpo paralizado. Toda esa soledad me envuelve, no puedo moverme, no puedo liberarme. A penas puedo recordar nada entre todo ese desconcierto. Consternación en los ojos, alucinación digerida, enajenación, delirio, destruye, no destruyas, enloquece, no enloquezcas. Muere.

¡Sigue viviendo!
No puedo moverme, no puedo liberarme.
¡SAL!

Hay cosas que cambian en uno mismo que ya no pueden revertirse. He caído en la trampa.
Por favor, no me busques, no quiero que me veas, solo recuérdame. Estoy paralizada por el hecho de haber cambiado dentro de un paraíso que no puede cambiar. No me busques ahora, ya no. Pero dime, ¿hay alguien dentro de mí?